Cabaret Voltaire publica "Paul Bowles, el recluso de Tánger", texto inédito en España de Mohamed Chukri, con prólogo de Juan Goytisolo.
A partir de su amistad con Paul Bowles, Mohamed Chukri escribió este testimonio, íntimo y revelador, de las vivencias tangerinas más oscuras del autor norteamericano. En él descubrimos la relación de Bowles con los personajes literarios más destacados del momento: William Burroughs, Allen Ginsberg, Truman Capote…, así como el misterio que envolvió a la extraña pareja formada con su esposa Jane.
Se trata de un libro cargado de pasión y violencia, de aseveraciones y duros juicios contra Bowles y su entorno, que acabó acarreando a Chukri graves consecuencias. El propio autor llegó a confesar: «Con mi libro sobre Paul Bowles he matado a mi segundo padre».
La Universidad Autónoma de Barcelona ha otorgado el premio de traducción Mots Passants a Javier Bassas Vila por "La gran borrachera" de René Daumal.
El jurado del premio estaba formado por: Manuel Serrat Crespo, presidente; Manuel A. Tost, vocal; Ester Xargay, vocal; Agnès Agboton, vocal; y Ricard Ripoll, secretario.
El acto de entrega se celebrará el próximo 21 de marzo, a las 12h, en la Facultad de Letras Universidad Autónoma de Barcelona.
¿Quién era don Germán Enríquez, Jefe de Policía asesinado, objeto de unas fastuosas honras fúnebres en la catedral de una ciudad minera del norte de España? ¿Por qué, en ese día de luto, se vislumbra un punto de regocijo agazapado entre velos negros y caras de circunstancias?
Agustín Gómez Arcos nos introduce en los subterráneos del crimen, de la ambición y del poder; en la intimidad más secreta de los poderosos y sus secuaces. Desnuda, sin omitir detalles, los engranajes de la represión, de la tortura, de la clandestinidad de las víctimas en los últimos años del franquismo. Escena de caza (furtiva), finalista del premio Goncourt, es su novela más violenta y fascinante. La más cargada de esperanza.
Del Viaje a Oriente que tan determinante fue en la formación de Flaubert suele conocerse mucho la primera parte, la que conforma el viaje a Egipto y suele ser -injustamente- más desconocida esta segunda que comienza en Beirut y que lleva a Flaubert y a su compañero, el fotógrafo Maxime Du Camp, desde el Líbano hasta el Pireo pasando por Palestina, Jerusalen, Siria, Asia Menor y Constantinopla. Es de agradecer la labor de Cabaret Voltaire, que ya recuperó la primera parte y que rescata ahora, en una traducción verdaderamente impecable de Lola Bermúdez, esta segunda.
Quienes conozcan el tono que solía utilizar Flaubert para sus notas de viajes estarán ya cuidados de no sufrir una decepción al esperar de ellos textos narrativos. Los cuadernos de viaje del autor de la Bovary eran eso, cuadernos privados, redactados de forma telegráfica y destinados a un uso memorístico de los lugares que había visitado. Se publicaron de forma póstuma y tienen el encanto de la privacidad. En ellos Flaubert parece casi otro autor, o el mismo quizá, pero tras un shock traumático que le hubiese dejado reducido a un discurso entrecortado. En cierto modo casi parecen los cuadernos de un superviviente en una isla de salvajes; impresiones fugaces, descripciones rápidas, conversa- ciones entrecortadas, y, como siempre, su humor rápido y mordaz.
Tal vez haya una excepción a ese tono, el de los fragmentos que componen el tránsito de Gustave y Maxime por Tierra Santa. Es cierto que Flaubert hace, a su modo, un viaje espiritual, pero el encuentro con Jerusalen no puede ser más decepcionante: “Ninguna de las emociones previstas se ha producido, ni entusiasmo religioso, ni excitación de la imaginación, ni odio a los sacerdotes, lo que por lo menos sería algo. Me siento ante lo que veo más vacío que un tonel hueco”. Esa ausencia de emoción religiosa que sí acaba produciéndose luego frente a los giróvagos turcos o en la iglesia de la Natividad es una de las piezas clave no sólo del Viaje a Oriente completo, sino de la formación espiritual del autor.
El resto del libro adquiere en ocasiones la velocidad de un diario de aventuras. No faltan peligros de muerte, como la ocasión en la que comienzan a dispararles junto al Mar Muerto, ni los comentarios procaces sobre las mujeres que ve, o las pinturas o las propias masturbaciones. Este cuaderno de notas es una caja de sorpresas que se vive con la misma emoción de un viaje real e imprevisible.
Como en la experiencia de cualquier viajero abierto a ser sorprendido con honestidad por todo lo que le parezca verdaderamente auténtico, Flaubert se emociona súbitamente allí donde no esperaba nada, y pasa con una gelidez olímpica ante el lugar anhelado.
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