PRENSA
«Mi caso nada tiene de extraordinario, Loreley. Fue la mía una vida vulgar como tantas otras. Solo creo que sea singular el haber tenido valor para contarla». Alberto Gómez Morel
«Si alguna vez ha existido eso que los críticos llaman novela-río, es decir, esas narraciones totales, ambiciosas, que todo lo abarcan, este es un ejemplo claro y preciso. El Río, en este sentido, es populismo literario al mejor nivel.» Alberto Fuguet
El río
Escrita durante una condena de tres años en la cárcel de Valparaíso, El Río es una de las novelas más duras y radicales de la narrativa chilena. Concebida inicialmente como parte de una terapia de rehabilitación penitenciaria, Gómez Morel volcó en ella una larga vida de abusos, marginalidad y delincuencia. Aun así, lo extremo de El Río, como ocurre con la obra de Jean Genet o Mohamed Chukri, no solo radica en lo que nos relata, sino en la proximidad entre el narrador y el mundo que describe, en lo vivo de sus heridas, fracturas a las que alude de forma constante.
Publicada en 1962, es una novela que atrapa con una escritura ágil y una mirada aguda sobre un mundo cuya dureza no impide constantes destellos de poesía y humor. El libro, autoeditado, agotó 16 ediciones con 85 mil ejemplares vendidos en vida del autor y es hoy un clásico de la literatura latinoamericana. En palabras de Pablo Neruda, que realizó un prólogo para la edición francesa, «el libro tenía un solo deber esencial para su autor: arrastrar hacia la lejanía, hacia el mar, como aquellas aguas sucias, el daño que encontraron, y liberarse en su lucha frente a frente contra sí mismo».
Una de las novelas más duras y radicales de la literatura chilena.
Un testimonio sobre la marginalidad en Chile parejo a otros libros de nuestro catálogo como El pan a secas de Mohamed Chukri o Diario del ladrón de Jean Genet.
Alfredo Gómez Morel (Santiago de Chile, 1917-1984) tuvo una vida a todas luces novelesca: a los tres meses, es abandonado por su madre, prostituta, en la puerta de un convento, donde lo recoge una señora que se hace cargo de él hasta los dos años, cuando es internado en un orfanato. A los siete años, se fuga para volver con la mujer que lo había acogido, pero cuando cumple once, aparece su verdadera madre, con quien se traslada a Santiago. Ingresa en el internado La Gratitud Nacional, del cual es expulsado. Es en esa época cuando tiene sus primeros contactos con los pelusas que viven bajo los puentes del río Mapocho e inicia sus actividades delictivas. El río, diversos reformatorios y varias cárceles son los lugares en los que se desenvuelve su vida hasta los dieciocho años. Como lanza internacional, matón, mercenario y traficante de armas y de cocaína, recorrió Perú, Venezuela, Cuba, Centroamérica, México y Colombia, país en el que vivió entre 1939 y 1948. En Argentina, fue guardaespaldas del general Perón. Todo esto intercalado por largos periodos entre rejas. Se dice que estuvo preso doscientas ochenta y ocho veces.